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Abril es el mes en que se celebra la República en España y nosotras celebramos a Maruja Mallo artista vanguardista española que vivió estos tiempos y que con la Guerra Civil tuvo que exiliarse y no regresó hasta 1962 a un país de origen que no la recordaba.

Nace en Viveiro en 1902 y los primeros años van cambiando de un pueblo a otro, hasta 1903, cuando llegan a Avilés, donde se asentarán durante nueve años. Allí se forma como pintora en la Escuela de Artes y Oficios y con estudios particulares en dibujo a lápiz, proporción y trazo.

1922 será un año importante para Maruja Mallo. Participa en la ‘II Exposición de Arte Avilesino’ con 14 obras y se trasladará a Madrid con su familia. Se matricula en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Es la única mujer que ese año aprueba el acceso.

Recorre Madrid, pasa tardes en El Prado, se apunta a verbenas y a fiestas de los distintos barrios, tabernas y tertulias. El ‘Jardín de las delicias’ de El Bosco dejó una profunda huella en Maruja Mallo.

En 1925 participa en la ‘Exposición de Artistas Ibéricos’. 

Entabla amistad con otras mujeres relevantes de la época como Margarita Manso, Concha Méndez, María Zambrano, Rosa Chacel, Remedios Varo o Ernestina de Champourcín. Margarita Manso ingresa en la Escuela de Bellas Artes en el curso 24-25 y se hacen amigas.

 

Concha Méndez: “La noche de mi descubrimiento en el Palacio de Cristal había conocido a la pintora Maruja Mallo y empecé a salir con ella por Madrid. Íbamos por los barrios bajos, o por los altos, y fue entonces que inauguramos un gesto tan simple como quitarse el sombrero…»

‘La ciclista’, 1927

Susan Kirkpatrick dice: “Las dos amigas dieron juntas un paso fundamental en la construcción de su identidad como artista de vanguardia: la conquista del espacio público urbano como ámbito de exploración y experiencias”. Maruja Mallo pintó a Concha Méndez en varias de sus obras, como ‘La ciclista’ o ‘Mujer con cabra’.

 

 

 

 

Estampa cinética, 1927

 

“Las estampas cinéticas son sensaciones visuales, la simultaneidad producida por el dinamismo callejero, las plazas azotadas por el terror, los mecanismos asociados y discordantes. Los seres, máquinas,rascacielos, anuncios luminosos se superponen con sucesos d la vida diaria”. Maruja Mallo

 

 

 

‘La verbena’, 1927

“Hizo una serie de cuadros de las verbenas madrileñas, que eran maravillosos; en ellos plasmaba muchas de las imágenes que surgían en nuestras conversaciones”. Concha Méndez. (‘La Verbena’, 1927)

Hace una lectura del mundo popular de las verbenas, reflejando a través de una apariencia ingenua su visión del orden social y de una jerarquía. También capta la experiencia de liberación femenina.

 

‘Mujer con cabra’, 1927

 

 

En 1926 muere su madre y un año más tarde termina sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. También participa ese año en la Feria de Muestras de Gijón. Y animada por su amiga Concha Méndez viaja a Tenerife. Allí pinta ‘La mujer con cabra’, una mujer diferente, una visión nueva y dinámica, de una mujer que se libera de las restricciones sociales.

 

 

 

Entabla una relación con Rafael Albertí, al que inspiró en su obra poética. Aunque él solo lo reconocería en la autobiografía que escribió en su vejez.

‘Basuras’, 1930

  “De la mano de Maruja recorrí tantas veces aquellas galería subterráneas, aquellas realidades antes no vistas que ella, de manera genial, comenzó a revelar en sus lienzos. ‘Los ángeles muertos’, ese poema de mi libro podría ser transcripción de algún cuadro suyo”. Rafael Alberti

 

 

 

 

‘Colorín, colorete’, 1929

Entre 1927 y 1930 Maruja Mallo y Rafael Alberti colaboran y se inspiran en temas y planteamientos. Colaboró en diseños escenográficos como el de ‘Pájara Pinta’ o ‘Colorín, colorete’.

 

 

 

 

 

 

Maruja Mallo dará conferencias en la Residencia de Señoritas, institución creada por María de Maeztu para fomentar la educación superior de las mujeres. Allí conocerá a María Zambrano, Rosa Chacel y Ernestina de Champourcín.

En 1928 expone en la Revista de Occidente (10 óleos y 30 dibujos), será la primera exposición que se organiza en este espacio dirigido por Ortega Gasset y tendrá mucho éxito.

A raíz de un accidente de tráfico en 1928 su visión se vuelve pesimista. Maruja Mallo acerca a la Escuela de Vallecas y de esta época es su serie ‘Cloacas y campanarios’, entre 1928 y 1932, en la que nos ofrece una visión sombría del extrarradio madrileño.

 

‘Antro de fósiles’, 1931

 

 

 

 

 

Josefina Carabias entrevistando a Maruja Mallo antes de partir a París

En 1931 obtiene una beca para estudiar en París ‘Escenografía y técnica de diseños teatrales’. Expone en la Galería Pierre Loeb (1931-32). En el 32 regresa a España.

En 1933 fallece su padre. Para poder mantener a su amplia familia decide obtener la Cátedra de Dibujo de Arévalo. En el 34 vuelve a Madrid. Entre 1933 y 1936 participa en varias exposiciones colectivas e internacionales, en Dinamarca, Estados Unidos, Berlín o Barcelona.

 

 

‘Espantapeces’, 1931

 

 

Varias obras de esta serie son seleccionada para participar en la ‘Exposición de Arte Español’ organizada por el Carniege Institute de Pittsburg, California, 1930. También fueron seleccionadas obras de Ángeles Santos.

En 1935 conoce a Miguel Hernández, recien llegado a Madrid y entablaran una relación en la que se influirán mutuamente.

‘Canto de las espigas’, 1929

A través de su relación con María Zambrano y las tertulias que esta organizaba en su casa toma mayor conciencia política y entabla relación con el sindicalista Alberto Fernández Mezquita.

‘Sorpresa del trigo’, 1936

La Guerra Civil estalla estando Maruja Mallo de Misiones Pedagógicas. Su compañero huye a Portugal y ella se esconde durante varios meses en casa de su tío, hasta que recibe un cablegrama para viajar a Buenos Aires con la Asoc de Amigos del Arte. Viaja a Lisboa a través de Tui y deja España llevando con ella únicamente ‘Sorpresa del Trigo’ (1936) a principios de 1937. Gabriela Mistral le consigue los pasajes para viajar a Buenos Aires. Comienza su largo exilio, de 1937 a 1961. La acoge Victoria Ocampo.

 

 

«América se despliega como un inmenso continente que me brinda la alegría de vivir frente a la agonía de morir, era la aurora que me revelaba nuevas visiones, sorpresas y conceptos». Maruja Mallo

‘Arquitectura humana’, 1937

A su llegada a Argentina empieza su serie ‘La religión del trabajo’.

Participa en ‘Cantata en la tumba de Federico García Lorca’, haciendo la escenografía (vestuario y decorados), representado por Margarita Xirgu. También escribe ‘Relato veraz de la realidad en Galicia’ para La Vanguardia de Barcelona, denunciando el horror de la guerra en España.

 

 

 

Viaja a Chile a comienzos de 1939 y le impresiona la naturaleza terrestre y marina de Valparaiso.

‘Encanta ver entrelazadas a las arquitecturas orgánicas marinas con la explosión de geranios y de las palmeras, , entre el Pacífico y los Andes, entre la violencia del mar profundamente azul, y el fuego de los volcanes’. Maruja Mallo

‘Naturaleza viva’, 1943

Cabeza de mujer, 1941

‘Cabeza de mujer’, 1946

Comienza a hacer estudios sobre simetría y matemáticas, que se plasman en diferentes obras.

‘Estrellas de mar’, 1952

En 1962 regresa definitivamente a España, llega a un país que no reconoce y que no se acuerda de ella, a pesar de haber alcanzado una fama internacional. Ella recurre a la estrategia de contar sus historias en el Madrid de los años 20 y 30 con los artistas que sí son reconocidos.

‘Airagu’. 1979

A finales de los 70 y principios de los 80 crea la serie ‘Moradores del vacío’: ‘Airagu’, 1979 y ‘Almotrón geonauta’, 1975

La movida madrileña empieza a interesarse por Maruja Mallo y a descubrir quien era realmente. Ella acude a fiestas, vestida de un modo estrambótico y maquillada con colores intensos.

 

 

 

 

En 1982 le conceden la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes del Ministerio de Cultura.

En 1991 recibe el Premio de Artes Plásticas de Madrid.

En el mismo año le conceden la Medalla de Galicia.

Maruja Mallo muere en Madrid el 6 de febrero de 1995, con 93 años.

 

 

 

María Zambrano dijo, ‘Maruja Mallo cometió uno de los errores más destructivos e imperdonables: ser libre’.